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El pan de cada Día

El pan de cada Día

EL PAN DE CADA DÍA
Sábado 27 de junio. ¿Dónde hay pan y vino? Hoy la primera lectura es del libro de las Lamentaciones. En él se recogen elegías y cantos de duelo por la caída de Jerusalén, nos habla de llanto y lamento. Parece acorde con la actualidad. Dios acoge nuestras quejas, las quejas también nos abren abismos que se reclaman unos a otros: el abismo del dolor, de la injusticia, del pecado, pero también el definitivo, el de la misericordia y el de la esperanza. Desde lo hondo del lamento levantamos las manos y el corazón al Dios de la vida. Un centurión se acerca a Jesús y le formula una petición, no para él, sino en favor de su criado. Debía tenerle especial cariño a aquel sirviente y seguro les unía un vínculo muy especial, pues le “empuja” a superar el qué dirán, la vergüenza y el posible rechazo. Este gesto de “ocuparse” y “preocuparse” por el otro lo sabe apreciar Jesús y decide echarle una mano. Hay simbiosis en la ayuda. No se sabe quién estaba ayudando a quién: si el centurión al pedir la curación de aquel enfermo… o el enfermo haciendo que el centurión se encuentre con Jesús de Nazaret, de modo que ponga de relieve su fe, su esperanza, su confianza en aquel profeta de Galilea. Nada le detiene, de algún modo sabe que Jesús puede “hacer algo”, confía y se acerca humildemente: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa». No querría molestar, no tengo derecho a pedirte que vengas, no sé si soy digno de que te desplaces a mi casa, pero sé que “con tu Palabra basta”. Es una palabra capaz de «transformar». De algún modo, entiende que esa palabra contiene “carga” de vida potente, capaz de sanar y salvar. Con eso le basta y le sobra. “Que suceda según has creído”, le responderá el Maestro. ¡Ojalá tuviéramos una fe así! La cascada de acciones sanadoras se desatará. Dejemos sobre Él nuestras dolencias y enfermedades. Él las carga con nosotros.

Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)

Foto de hoy: Talla en madera policromada de San Sebastián, centurión romano convertido al cristianismo, protector contra la peste (de autor desconocido, circa s. XVI, ubicado en una hornacina decorada del contrafuerte lateral junto al Presbiterio)

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