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El pan de cada Día

El pan de cada Día

EL PAN DE CADA DÍA

Sábado 9 de mayo. Pan rechazado, pan ofrecido. Con este contraste comienzo el texto de hoy. En parte, ese rechazo del pan de la Palabra de Dios lo experimentaron en carne propia Pablo y Bernabé en Antioquía.  De la envidia no puede salir nada bueno y se ven obligados a marchar de la ciudad. Ante tal actitud, toman posición y la declaran abiertamente: desde ahora en adelante, la predicación del Evangelio a los paganos se convertirá en prioridad, la Iglesia en salida misionera llamada a acoger y servir a todos. Una dificultad se torna en oportunidad. Se cierra una puerta y se abren cientos. Lucas no termina este relato con sabor amargo por la expulsión, por eso señala que, si bien fueron puestos en la frontera por las autoridades, en la ciudad quedaron los discípulos llenos de alegría y del Espíritu Santo. Esa dulce y confortadora alegría de evangelizar. Creer en Jesús es hacer sus obras. Jesús no actúa por su cuenta, la fuente del decir y del hacer de Jesús es la voluntad del Padre, de ahí frota su confianza y su libertad. La intimidad con el Padre es la brújula que marca su vida. El diálogo con Felipe esconde un pequeño reproche: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?”. Una cosa es “saberse” a Jesús y otra cosa es “saber” a Jesús. Podemos “conocer” de oídas o de leídas, o tener un conocer que no afecta a nuestra vida concreta y que se reduce a lo “exterior”. El conocer aquí remite a lo profundo, al “saborear”, al gustar de su palabra, con todas las consecuencias. Creámoslo. Nos ha llamado a hacer “cosas grandes” y tú formas parte de ese sueño de Dios.

Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)

Foto de hoy: Talla en madera de san Felipe (entrecalles del tercer piso del retablo mayor de Damián Forment)

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