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El pan de cada Día

El pan de cada Día

EL PAN DE CADA DÍA

Viernes 8 de mayo.

Pablo continúa su discurso en la sinagoga. En el centro de su predicación se encuentra el núcleo del mensaje cristiano: el anuncio del kerigma, es decir, el anuncio de lo esencial, la muerte y la Resurrección de Jesús. La síntesis del mensaje de salvación que anuncia Pablo, del que ahora son testigos alegres ante todo el pueblo, se dirige al corazón de la fe. Hoy el evangelio nos habla de casas y estancias. Creo que en este tiempo nos suena de algo. Muchos días en casa. A veces disfrutando, otras sufriendo, pensemos que hay quien no tiene casa donde resguardarse. Hay casas soleadas y casas grises. Casas y hogares. En unas hay paz, en otras “saltan chispas”. Cada uno en su casa, y Dios en la de todos. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas”, nos dice la Palabra hoy. En ella caben todos, Dios siempre tiene sitio para nosotros. La Iglesia también quiere hacerse casa y quiere hacerlo poniendo a Jesús y a su evangelio en el centro. La fe nos llama a vivir como caminantes desde la confianza (“no se turbe vuestro corazón, creed”). Hablar de camino implica también cierta desinstalación, estar dispuestos a llevar a cabo esa “operación salida” del propio yo, del individualismo, para abrirnos al proyecto de Dios. Jesús hoy se presenta como el camino que nos conduce al Padre, como la verdad que ilumina y libera la vida de los pueblos, como la vida de un mundo que ha quedado en suspenso. Pues eso, hasta su casa con Él: Camino, Verdad, Vida.

 

Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)

Foto de hoy: Jardín parroquial trazando la secuela de un camino.

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