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Viernes 20. Sigue habiendo pan… El salmista primero y Marcos después nos recuerdan hoy la importancia de la escucha. ¡Qué importante es escuchar y qué poco desarrollado suele estar este ejercicio de la escucha! ¡Todos tenemos necesidad de escucharnos! Siempre y más ahora. Afinar el oído para escuchar, redescubrir el valor de la escucha a Dios y al prójimo como forma de relación. El escriba se acerca a Jesús para preguntarle sobre el mandamiento principal, andaba un poco confundido pues el hiperlegalismo farisaico había multiplicado los preceptos en al menos 630, como para volverse loco. Jesús responde con claridad meridiana, mira te lo voy a resumir: amarás al Señor tu Dios (con todo tu corazón, con toda tu alma…) y al prójimo como a ti mismo. “Oído cocina”, el escriba registra. Acogerlo en el corazón y ponerlo en práctica vale más que nada y es la “prueba del 9” para saber nuestra “distancia” respecto al reino de Dios… El profeta Oseas termina su libro con una llamada a la conversión que es canto de esperanza. Os dejo con los verbos que pone el profeta en boca de Dios: curaré, los querré, seré rocío, volverán, revivirán, florecerán… Hagamos de nuestras familias, de nuestras iglesias, de nuestros entornos, ahora reducidos al máximo, una “escuela de la escucha”; de modo que Jesús nos pueda decir: No estás lejos del reino de Dios.