EL PAN DE CADA DÍA
Viernes 3 de abril. Amasado con sudor y a veces con dolor, pero siempre pan. Jeremías expresa su lamento más que pertinente a Dios. Ha dicho lo que tenía que decir, ha hecho lo que tenía que hacer, ¿y el resultado? Obstinación y rechazo por parte de sus oyentes. Lo narra con lenguaje estremecedor… Podemos imaginar lo que siente aquel que es blanco de todas las miradas, o aquel a quien apunta el “dardo” del cuchicheo circundante, o esa otra sensación dolorosa de ver cómo alguien está esperando que des un traspiés, para plantarlo delante de tu cara. Son experiencias que por más que se reproduzcan, no dejan de ser duras. Con todo, Jeremías resiste, es más fuerte su confianza en la Palabra y en la misión; se sabe sostenido: “el Señor está conmigo”, “no podrán conmigo… porque a ti encomendé mi causa”. En el Evangelio emerge la fina “ironía” de Jesús: ¿por cuál de las obras buenas que he hecho me apedreáis? Esta pregunta pilla en fuera de juego a sus opositores. Jesús se explica y defiende con la misma Escritura con la que le pretenden atacar: Si no me creéis, mirad lo que hago. Las obras le retratan. Dice el texto que no pudieron detenerlo porque se les “escabulló” de las manos. El Reino de Dios se abre paso con Jesús y nada puede detenerlo.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Imagen de vestir de la Dolorosa, de 1759 (en el Retablo de Ntra. Sra. de los Dolores del s. XVII construido en piedra negra de Calatorao).
ABR