EL PAN DE CADA DÍA
Jueves 25 de junio. De vez en cuando, escuchamos o vemos por las noticias las nefastas consecuencias de alguna riada sobrevenida por algún fenómeno meteorológico adverso. En terrenos poco consistentes o no bien cimentados, las consecuencias son fatales para las construcciones. El Evangelio de hoy habla de «riadas» que se llevan por delante una casa poco asentada, no bien construida, frágil. Jesús ha venido explicando a lo largo del Sermón del Monte en qué consiste su proyecto del Reino, y en qué consiste ser discípulo suyo (=cristiano). Y el pasaje de hoy vendría a ser una síntesis de la enseñanza hasta aquí presentada: discípulo suyo es el que escucha su Palabra y la cumple, el que pone como cimiento de su vida las enseñanzas del Evangelio. Quizá andamos un poco saturados de la palabrería fácil y de las vagas declaraciones de buenas intenciones. Creer en Dios más que predicarlo es practicarlo. Guardar la palabra es cumplirla. Las palabras se desvirtúan si no se acompañan del testimonio de vida que las rubrican con el sello de la autenticidad y de la coherencia. Podemos “estar” en las cosas de Dios, pero no “ser” de Dios. No hay vida cristiana sin praxis de la Palabra que la avale. Una fe de boquilla que no se verifica en el testimonio es una fe construida sobre “arena”. Se trata, por tanto, de construir mi persona (proyecto de vida), la comunidad y la sociedad de la que formo parte sobre la roca del Evangelio. Ser como él, vivir como él, para lo mismo que él, y apoyarnos en él. Esto es construir sobre roca. A picar.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Ángel portaescudos del lado del Evangelio (izda.) y ángel portaescudo del lado de la Epístola (dcha.), del guardapolvo del Retablo mayor de Damián Forment (s. XVI)
JUN