Danos hoy nuestro pan de cada día. El Padrenuestro no es simplemente un conjunto de palabras para rezar, forma nuestro ser, quiere ejercitarnos en los mismos sentimientos de Cristo Jesús. En Mateo, la oración del Señor está precedida por una breve catequesis sobre la oración que, ante todo, busca prevenirnos contra las formas erróneas de rezar. La oración no ha de ser una “exhibición” ante los demás, requiere esa discreción que es esencial en una relación de amor. Otra forma equivocada de rezar, ante la que el Señor nos pone en guardia es la palabrería, la verborrea con la que se ahoga al Espíritu. Dios acorta la distancia, viene en nuestra ayuda, nos sugiere palabras para la oración. Cuando rezamos el Padrenuestro, rezamos a Dios con las palabras que Él nos ha transmitido. En la oración dominical se concentra el programa de vida, la espiritualidad y la enseñanza de la comunidad cristiana. Se nos dan “palabras” y “Espíritu” para decirlas. La oración del Señor es el “resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y el corazón de toda la Escritura. El Padrenuestro nos enseña a pedir y a ordenar el pedir. La versión de Mateo consta de una invocación inicial y siete peticiones, tres en honor de Dios (su nombre, su reino, su voluntad); y cuatro a favor nuestro (nuestro pan, nuestras ofensas, nuestras tentaciones, los males que nos acechan). La gran novedad está en la primera palabra: Padre, de la que surge espontáneamente y cobra sentido todo lo demás. Padre nuestro, si así lo llama Jesús, así lo podemos llamar nosotros. Lo que ha salido de los labios y del corazón de Jesús es una oración que abre puertas. Ahí está todo. Amén.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Talla en madera de san Mateo (entrecalles del segundo piso del retablo mayor de Damián Forment)
JUN