EL PAN DE CADA DÍA
Lunes 25 de mayo. Pan para nuestras luchas, pan que fortalece. Pablo recala de nuevo en Éfeso donde permanecerá por un tiempo largo de intensa actividad apostólica. Es tiempo de maduración en el que se hace necesario profundizar en el camino de iniciación de aquellos que han abrazado la fe. Hay distintos movimientos, grupos, sensibilidades, acentos… hay que tejer la unidad y a Pablo le corresponderá una labor de afianzamiento. Su misión, además de la predicación, la gestación y el acompañamiento de las comunidades, contempla también la formación de los líderes y busca cimentar en ellas el “ABC” de la fe. Lucas vuelve a poner de relieve el protagonismo del Espíritu en todos los frentes de la Evangelización de Pablo. Él es el que anima, sostiene y guía. La invocación del Espíritu y la imposición de manos con la efusión del Espíritu van siendo una constante ritual cargada de sentido y destino. El Evangelio nos va dejando claro que en relación a Jesús y al Reino no valen componendas, toca asumir el “riesgo” de creer en la propuesta profética de fraternidad que encierra el mensaje evangélico. Éste conlleva una dimensión tensional que no es fácil de encarar. La fidelidad al Evangelio y sus exigencias conducen muchas veces a la soledad, a la incomprensión, a la crítica y al rechazo. Pero ahí precisamente es donde sopla el “aliento” del Señor que “ha vencido al mundo”. Hoy se habla mucho de resiliencia. La fe nos ayuda a resistir, es una fuerza para vivir desde la confianza básica en la promesa del Maestro que nos ha dicho que no nos dejará solos, que la victoria está asegurada. Confiemos en su “guarda”.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Cuadro del Ángel de la Guarda colocado en el remate del retablo de la Capilla de los Salazar – s. XVII (copia del cuadro que pintó Murillo para la Iglesia del Convento de los Capuchinos y que se encuentra en la catedral de Sevilla)
MAY