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El pan de cada Día

El pan de cada Día

EL PAN DE CADA DÍA

Jueves 21 de mayo. Pan y lágrimas, pan y alegría. Pablo recala en Corinto, ciudad de las dos culturas (griega y romana), importante nudo de comunicaciones, rica y cosmopolita, una metrópoli del tiempo con sus consabidos desajustes (sociales y morales). Allí desarrolla su actividad misionera, entre el trabajo manual y la evangelización, entabla amistades y va forjando una comunidad de gran dinamismo. La pequeña cascada de nombres y acontecimientos que se suceden en este capítulo de Hechos, dan fe de ello. Lucas menciona a Priscila y Aquila, un matrimonio cristiano de refugiados venidos de Roma que se dedicaban a la fabricación de lonas y que son paradigma de la vitalidad de esta comunidad naciente configurada como iglesia doméstica. En el evangelio las palabras de Jesús suenan a despedida y no resultan fácil de entender. La tristeza por la separación convive con la alegría ante la novedad esperada. Jesús habla de ese misterioso “dentro de poco” haciendo alusión a la pasión. Los suyos vienen a decirle: ‘explícate un poco mejor que no acabamos de comprender’. Se trata de la esperanza probada: hay que saber esperar, no se nos da todo de vez. Es la esperanza activa y confiada, capaz de mantenerse en pie en medio de las “sacudidas” de la realidad. La alegría ya experimentada con Jesús y prometida hasta el final de los tiempos no está exenta de momentos de prueba, de “horas que no brillan”, de dolor compartido, de lucha interior, de tropezones… Stop lamentos porque “vuestra tristeza se convertirá en alegría”.

Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)

Foto de hoy: Frontal de san Miguel Arcángel en el altar mayor (pintura al temple sobre tabla con los laterales labrados en lacería mudéjar, s. XIV)

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