EL PAN DE CADA DÍA
Lunes 18 de mayo. Pan y hogar, pan de la casa. En las afueras de la ciudad, a la orilla del río donde se reunían para orar, una conversación amistosa con un grupo de mujeres… este es el ambiente que describe Lucas en el libro de los Hechos. Está haciendo referencia a la primera gran ciudad europea que visita Pablo, conducido por el Espíritu, en su periplo misionero: Filipos. La narración se centra en Lidia, primera creyente de Europa que conocemos por su nombre. Los misioneros aceptan la invitación de esta mujer que los hospeda en su casa. Ella había abierto su corazón y había acogido el mensaje del Evangelio recibiendo el bautismo. Su casa es ya “Iglesia doméstica”, célula original de una de las comunidades más fervientes de Pablo. Abrirse a la fe supone también abrir el corazón, la propia casa. La acogida y la hospitalidad son rasgos que caracterizan la fe de estas primeras comunidades cristianas desde el principio. La promesa del Espíritu es nuestra seguridad, nos recordará el Evangelio. Jesús nos ha prometido un “Defensor”, no nos deja huérfanos. No estamos solos ni abandonados a nuestra suerte, el Espíritu nos ayuda a mantenernos firmes en nuestras opciones y nos capacita para dar testimonio más allá de nuestras inseguridades y miedos. La fuerza del Espíritu es nuestra mejor ancla frente al embate de la contrariedad, un muelle seguro ante las situaciones límite que nos permite “mantenernos a flote”. Tengamos confianza. Nos lo ha dicho el Señor, no lo olvides.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Sagrario rococó coronado por el Espíritu Santo (madera plateada y dorada con apliques metálicos, s XVIII – actualmente en el museo Diocesano)
MAY