EL PAN DE CADA DÍA
Viernes 24 de abril. Pan ofrecido, multiplicado y repartido. Por fin una voz sensata emerge en medio del Consejo. Es Gamaliel, doctor de la ley muy estimado y respetado por todos, quien apela a la prudencia y a la ponderación: “si su idea y actividad son cosa de hombres” fracasarán, pero “si es cosa de Dios”, lo lleváis claro, viene a decirles, no podréis con ellos. Lucas termina el episodio narrando la experiencia de los apóstoles, se marchan contentos, no tanto por haber sido liberados, sino por ser dignos de padecer por el nombre de Jesús. El evangelio nos muestra una muchedumbre que se agolpa en torno a Jesús, movida por un cierto entusiasmo mesiánico. Ha visto los signos que ha hecho y acuden a él. Jesús lanza una pregunta a Felipe y crea suspense: ¿con qué compraremos panes para que coman estos? Felipe lo ve oscuro y Andrés presenta lo que hay: cinco panes y dos peces, que pone a disposición un muchacho. Suficiente, del resto se encarga Jesús que invita a recostarse, “a ponerse a la mesa”. Jesús no sólo distribuye el pan, sino que preside una comunidad de mesa. Es el Señor del banquete y nosotros sus convidados. El milagro anticipa el banquete eucarístico. Jesús da gracias, bendice y reparte en abundancia: “todo lo que quisieron”, hasta saciarse. El gesto final de “recoger lo que sobra”, es también elocuente: que no se pierda nada. Nada se desperdicia, todo se aprovecha. ¿Qué puedo presentar para ser multiplicado? Ayúdanos a vivir desde la lógica del don y del compartir, como aquel muchacho.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Detalle del cuadro de Ajimelec y David (Capilla eucarística del Trasagrario, lienzo que representa el momento en que el sacerdote Ajimelec entrega a David los panes de la proposición, atribuido a Felices de Cáceres, feligrés de la parroquia s. XVII).
ABR