EL PAN DE CADA DÍA
Martes 21 de abril. Pan común. “En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común””. Así describe el sumario de Hechos la vida de las primeras comunidades. Seguramente no sería todo tan perfecto, alguna dificultad habría, como es propio de la realidad de la vida cristiana. Pero lo que parece claro es que la primera comunidad tenía más que clara la importancia de la comunión, que implicaba también comunicación de bienes. Presenta una exigencia del evangelio que comenzó a hacerse realidad entre los primeros creyentes, aunque fuera de modo limitado. Una exigencia que es permanente y que continúa cuestionando y apelando a los creyentes de hoy para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Son palabras aguijón, palabras llamada y aliento, que nos señalan el horizonte y nos empujan hacia él. Este es el camino, el del compartir. El Evangelio nos ofrece una secuencia más de la conversación de Jesús con Nicodemo. De nuevo la invitación a “renacer”, a vivir no “a tu aire”, sino “a su aire”, al aire del Espíritu que sopla donde quiere. Las transformaciones más profundas no nacen del conocimiento de la ley, sino del conocimiento interno de Cristo y de su Espíritu. No vienen por “erudición”, sino por experiencia interior del amor. Necesitamos que sople su Espíritu. Sopla.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Lignum crucis (Cruz relicario en plata sobredorada con estructura gotizante, muy arquitectónica. Datada en la segunda mitad del s. XVI, se custodia en el Museo Parroquial).
ABR
