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El pan de cada Día

El pan de cada Día

EL PAN DE CADA DÍA

Martes 14 de abril. Pan con lágrimas. El testimonio de Pedro tuvo efecto inmediato en el corazón de sus oyentes, hasta el punto de suscitar esta reacción en forma de pregunta: ¿Qué tenemos que hacer hermanos? La pregunta se las trae. ¡Me la hago tantas veces! Ante determinadas situaciones, ante encrucijadas que te presenta la vida, ¿por dónde tirar? ¿qué hacer? Ese don del discernimiento tan necesario y a la vez tan difícil. Es la pregunta que se hace todo “oyente” del Evangelio, si se lo toma en serio. A este interrogante universal responde el Apóstol con la invitación a recibir el bautismo y con las exigencias que se derivan: la vuelta a Dios, convertirse, escapar y ponerse a salvo de todo lo que nos “pervierte”. El Evangelio se nos presenta como pañuelo de lágrimas, lágrimas de María Magdalena porque “se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”. Lágrimas que hoy son también del mundo. ¿Por qué lloras, mujer? Le pregunta Jesús, a quien sólo alcanza a reconocer cuando pronuncia su nombre. Dejarse nombrar por Dios para explorar nuestra identidad más profunda y para poderlo entrever tras la telaraña de la nostalgia y del desconsuelo. ¡Rabboni!, exclama, tan emocionada, que lo quiere retener para sí. Pero Jesús nos urge a adentrarnos en la “espiritualidad del soltar”, que nos llama a vivir despegados de falsas seguridades, miedos, acomodos. El verdadero amor siempre es desprendido.

Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)

Foto de hoy: Detalle del Cirio Pascual con la imagen de Cristo Resucitado (pintado a mano por la parroquiana Carmen Abenia, Pascua 2020)

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