¿Cómo desentendernos de nuestra Iglesia diocesana? ¿Cómo no preocuparnos por nuestra parroquia? En la parroquia hemos recibido el don de la fe por el bautismo, que es el mayor regalo de amor, de misericordia, de comprensión, de alegría, que se nos da. Pero lo que hemos recibido gratis, hemos de darlo gratis. ¿Necesitará mi parroquia algo de mí? ¿Necesitará catequistas? ¿Necesitará mis conocimientos profesionales como voluntario? ¿Necesitará que sea generoso con mi dinero?
Por eso, «Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios». Es reconocernos hijos de Dios, hermanos unos de otros, miembros de la misma comunidad parroquial, insertada en la gran comunidad de la diócesis.
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