EL PAN DE CADA DÍA
Miércoles 6 de mayo. Pan para la misión. “La palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba”. La onda expansiva de la palabra llena de vida allí por donde pasa. Nos recuerda aquellas palabras de fecundidad de las primeras páginas del Génesis. La Iglesia de Antioquía va configurando su “escuela misionera” y se va organizando. El Espíritu “echa una mano”: hace surgir líderes, animadores y responsables con funciones y nombres diversos, según las necesidades y con mucha participación de todos en la toma de decisiones. Se prepara la primera salida misionera y para ello hay que ir bien equipado. Hace falta buena disposición (la oración y el ayuno) y contar con la ayuda del Espíritu para el envío (el gesto de la imposición de manos). El Evangelio hoy lanza un grito de la boca del mismo Jesús. Hay cosas que hay que decir gritando: “yo he venido al mundo como luz”, y también “no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo”. Un grito que nos ofrece el rescate y ni nos enteramos. Él lo grita, pero no lo acabamos de creer. La palabra definitiva de Dios sobre la historia no es el juicio sino la misericordia. Es su palabra la que puede arrojar la luz necesaria y la que puede ayudarnos a discernir las elecciones concretas desde la clave el Evangelio. Discernir es pasar la vida por el corazón buscando la voluntad de Dios. Hay tarea.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Talla policromada de san Pablo del escultor José Ramírez de Arellano (1750)
MAY