EL PAN DE CADA DÍA
Jueves 30 de abril. Pan de vida. En la misión, el Espíritu es el protagonista. Es el que nos pone “en pie” y “en marcha”, como a Felipe en su particular campaña misionera. La iniciativa del Espíritu nos desinstala y nos abre horizontes insospechados. A Felipe se le pide cercanía y acompañamiento. El “eunuco” busca, pero no acaba de encontrar; tiene inquietud, pero no acaba de entender. Felipe, tomando pie en lo que ya tiene, le invita a ir más allá y le anuncia el Evangelio de Jesús. El relato destila fecundidad: del terreno desierto brota una fuente de agua vivificante: del libro incomprensible nace un sentido que ilumina y transforma; y el estéril recobra nueva vida con el bautismo. El texto tiene un doble corolario interesante: por un lado, de nuevo el Espíritu lleva a Felipe a otro lugar para la misión (una llamada a no monopolizar, cada uno debe hacer su camino; ayudar, pero no anular); y, por otro lado, nos dice que el eunuco continuó su viaje “lleno de alegría”; la alegría del que ha encontrado el mejor tesoro: Jesús. El Evangelio continúa el discurso eucarístico. El Padre nos conquista por “atracción”, la fe no depende de la iniciativa humana ni de un catálogo de méritos, es ante todo una atracción que el Padre suscita. Dios siempre se adelanta. Se nos pide, eso sí, capacidad de escucha y atención, todo tiene su aprendizaje. Jesús es el pan de vida que sacia toda hambre de sentido y de comunión. Es un pan accesible, sustento y alimento para la vida del mundo.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Acetre e hisopo (realizados en plata en el s. XVII muestran una rica decoración de cartela, realizada con cincel y bruñida, blasonada con dos escudos coronados).
ABR
