EL PAN DE CADA DÍA
Martes 28 de abril. Pan desmigajado. El diácono Esteban no se calla, hace uso de ese servicio de la palabra y habla con determinación y claridad: los acusadores se convierten en acusados. La reacción es visceral y no se hace esperar, responden de forma virulenta y violenta. Llega el momento culminante y Esteban, inspirado, exclama que está viendo al mismo Jesús. Para quienes lo estaban oyendo, ya les parece demasiado y los hechos se desencadenan rápidamente: lo sacan fuera y arrebatados de odio lo apedrean. Las últimas “voluntades” que expresa Esteban antes de morir son emocionantes, dos actitudes salen de su corazón: una invocación al Señor y el perdón a sus verdugos. Oración y perdón, qué buena receta. En el evangelio vuelve la pregunta a Jesús, y tú ¿qué haces para que veamos y creamos? Parece que no es suficiente lo que ya han visto. Al igual que en el camino por el desierto el pueblo fue sostenido y nutrido por Dios con el maná, Jesús es el alimento y el sostén de la Iglesia: Él es el pan de vida que vivifica. La llamada es a nutrirnos de Él y de su palabra, poner en el centro los intereses de Jesús, cualquier sucedáneo nos dejará con hambre. Acogerlo como lo que es: alimento vital.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Dalmática del diácono (Vestidura litúrgica sobre raso de seda de color marfil con exuberante decoración floral y que forma parte del terno blanco de san Miguel, s. XVIII)
ABR