EL PAN DE CADA DÍA
Jueves 16 de abril. Pan y pescado. Pedro dirige hoy la palabra desde el pórtico de Salomón, galería lateral del templo, espacio de encuentro y reunión, también de enseñanza. No se trata de sermones abstractos, sino de algo concreto y vivencial. A su lado, como signo, está el paralítico recién sanado que lo evidencia. Ese nuevo “poder” curativo tiene una fuente: el nombre de Jesús. Aquel que había sido rechazado y sentenciado a muerte, es ahora manantial de vida. Lo dice Pedro con una expresión fuerte, pero llena de lirismo: “matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó”. Y esa fuerza curativa, sanadora, liberadora no hay quien la pare ni quien la calle. El relato de Lucas narra otra aparición a los discípulos. El saludo de presentación de Jesús resulta siempre reconfortante: “paz a vosotros”. Necesitamos oírlo, especialmente en estas circunstancias. Y, sobre todo, necesitamos creerlo. Poco a poco la comunidad se va “contagiando” de la fe en la resurrección. Esta nueva aparición de Jesús da cuenta del proceso vivido. También las dudas, el temor y el sentimiento de derrota forman parte del proceso. Jesús Resucitado no se rinde: “Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona”. El crucificado es el Resucitado. Por si fuera poco, el Resucitado añade otro gesto por el que podía ser reconocido. Come con ellos del pescado que tienen. Comienzan a entender, Jesús les “abrió la mente” para que comprendieran la Escritura, todo un aprendizaje. Pero no con el fin de retenerlo, sino para darlo a conocer: sois testigos de esto, comenzando por Jerusalén y terminando por tu propia casa.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Panel imantado del templo parroquial donde se colocan los números de los Cantos para la celebración. Cuando no hay celebraciones, suele estar dibujado el signo del pez, en griego ἰχθύς (ichthys) que significa pez. Es uno de los primeros símbolos cristianos que traducido quiere decir: “Jesucristo, Hijo de Dios Salvador”.
ABR