Miércoles 18 de marzo. Más pan para este día que ha amanecido nublado. El sol saldrá. Hoy, en el libro del Deuteronomio, Moisés se convierte en la voz misma de la conciencia de un pueblo que se ha apartado del camino que el Señor le había trazado. Por eso insiste y le aconseja dos cosas: escuchar los mandatos del Señor y ponerlos por obra. Escucha y puesta en práctica, no está nada mal. Cuando a veces tenemos la sensación de que Dios está lejos, como ausente; cuando nos parece vivir con un aluvión de noticias, pero “sin noticias de Dios”, la recomendación de Moisés nos muestra a un Dios cercano, presente. Es más, nos pide: no te olvides y cuéntaselo a todos (a tus hijos y a tus nietos, textualmente). Reclama esa «teología despierta», que sea capaz de nombrar a Dios como palabra gozosa y esperanzada. Si Dios no es palabra gozosa, no está a la altura de lo que Él requiere. El Evangelio presenta a Jesús que ha venido a dar plenitud a la ley. Jesús no es un “rupturista”, tampoco un “continuista”, Él trae una novedad, Él es la novedad. Como buen piloto reconduce… ¿quieres cumplir la ley? Pues bien, acude a su raíz y objetivo último: el servicio a la vida, a la justicia, a la verdad, al amor. Cielo y tierra pasarán… y otras cosas… pero su Palabra no pasará.
Juan Sebastián (Párroco de san Miguel)
Foto de hoy: Atril con la Palabra sobre la cajonera de la Sacristía de San Miguel con la imagen de la Virgen del Pilar al fondo.
MAR